
La curiosidad es humana. Nos pasamos la vida intrigados por saber qué habrá al otro lado. En la otra parte de la montaña. En la otra orilla del mar, en la cara oculta de la luna. Durante siglos nos hemos estado haciendo esas preguntas y, buscando la respuesta, hemos escalado montañas y cruzado océanos. Hasta hemos enviado cámaras fotográficas a planetas tan lejanos como Saturno para poder satisfacer nuestra curiosidad.
Gigantescos radiotelescopios han escudriñado lugares del universo situados a miles de millones de años luz. Han llegado tan lejos que ya casi hemos alcanzado los límites del mundo visible por nosotros. O eso creemos. Porque nos imaginamos un Universo limitado, no infinito, que acaba en alguna parte. ¿Qué hay al otro lado?

Imaginémonos un globo de goma. Alguien insufla aire en él para que vaya haciéndose cada vez más
La totalidad del Universo en el que existen no está formada por otra cosa que por la película del globo, dado que éste es gigantesco y sus pobladores de tamaño submicroscópico, pudiendo moverse, además, solamente a velocidades submicroscópicas, las observaciones que pueden efectuar están limitadas a una pequeña parte de la superficie del globo. Creerán que esta superficie es plana, porque observando solamente una parte diminuta de la superficie del globo apenas es posible apreciar su curvatura. Sin embargo, con un poco de tecnología e investigación, pronto se dan cuenta de que su territorio "explorado" se va alejando cada vez más... y concluyen, como nosotros, que su universo se expande.
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